


Jerusalén / Teherán. El conflicto entre Israel e Irán alcanzó su punto más álgido en años, tras una ofensiva aérea israelí de gran escala sobre territorio iraní, que desató una inmediata y severa respuesta con misiles por parte de Teherán.
La operación, denominada Rising Lion, fue ejecutada en la madrugada del viernes 13 de junio y consistió en una serie de ataques simultáneos contra más de un centenar de objetivos estratégicos iraníes, incluyendo instalaciones nucleares, bases militares y residencias de figuras clave del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC).
De acuerdo con fuentes oficiales israelíes, el objetivo fue “neutralizar amenazas existenciales” relacionadas con el desarrollo nuclear iraní. Entre los blancos alcanzados se encuentran las instalaciones de Natanz, Fordow, y complejos militares en Tabriz y Kermanshah.
Víctimas y consecuencias inmediatas
El Ministerio de Salud de Irán informó la muerte de al menos 224 personas, entre ellas civiles, además de cientos de heridos. Las autoridades ordenaron el cierre del espacio aéreo y declararon estado de emergencia en varias provincias, incluyendo la capital, Teherán.
Horas después del ataque, Irán respondió con la operación True Promise III, lanzando más de 150 misiles balísticos y alrededor de 100 drones explosivos hacia territorio israelí. Las sirenas antiaéreas se activaron en Tel Aviv, Haifa y el sur del país. El sistema defensivo israelí Cúpula de Hierro logró interceptar entre el 80 % y 90 % de los proyectiles, según el Ministerio de Defensa.
Pese a ello, se reportaron 24 fallecidos en Israel, así como daños en infraestructura civil y militar.
Tensión diplomática y movilización internacional
El gobierno de Estados Unidos, principal aliado de Israel, movilizó el portaviones USS Nimitz al golfo Pérsico y desplegó unidades adicionales de defensa antimisiles para proteger bases en la región. El presidente Donald Trump, en un mensaje desde Camp David, reiteró el respaldo defensivo a Israel, pero aseguró que su país no participará en ofensivas directas y pidió evitar una escalada regional.
“Este no es el momento de ampliar el conflicto. Apoyamos a Israel, pero no promoveremos una guerra que arrastre a más naciones”, expresó el mandatario.
Por su parte, gobiernos del Golfo, como Omán, Catar y Emiratos Árabes Unidos, han iniciado gestiones diplomáticas para desactivar la confrontación. Irán declaró estar dispuesto a volver a la mesa de negociaciones nucleares, siempre que cesen los ataques.
Emergencia humanitaria y efectos económicos
La ofensiva provocó un desplazamiento masivo de población civil. Organizaciones humanitarias reportan más de 100,000 personas evacuadas de Teherán y zonas aledañas. Las condiciones en hospitales y centros de atención son críticas, ante la escasez de medicamentos, alimentos y agua potable.
En el plano económico, el conflicto ha generado una nueva presión sobre los mercados energéticos. El precio del crudo Brent subió a 73.57 dólares por barril, mientras el WTI alcanzó los 72.06 dólares, impulsado por el temor a interrupciones en la producción y transporte en el Golfo.
Escenario incierto
A una semana del inicio de las hostilidades, analistas internacionales advierten sobre el riesgo de un conflicto regional abierto. Las posibilidades de intervención de terceros países, la seguridad de rutas comerciales y la estabilidad política del Medio Oriente están en juego.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con preocupación una crisis que, de no contenerse, podría tener consecuencias geopolíticas de largo alcance.